Clima contra Mundial de Clubes
Entrada la segunda semana del Mundial de Clubes, el clima de los Estados Unidos, atravesado por olas de calor, temperaturas altísimas y alertas de tormenta eléctrica, es el protagonista inesperado del torneo. Jugadores, entrenadores, hinchas y organizadores toman nota de cara a lo que será el año que viene el Mundial de selecciones, la Copa del Mundo que el país hospedará junto a México y Canadá. Una estadística: cinco de los 40 partidos que se llevan disputados tuvieron alguna demora relacionada con cuestiones climáticas.
El último partido que sufrió el protocolo de tormenta eléctrica fue el protagonizado por Boca y Auckland City, de Nueva Zelanda, en Nashville. En simultáneo se disputaba en Charlotte el otro encuentro que definía el grupo C, entre Benfica (Portugal) y Bayern (Alemania). Mientras los futbolistas del equipo xeneize y del conjunto neocelandés permanecieron más de 40 minutos en los vestuarios hasta que la alerta meteorológica cesó, alemanes y portugueses siguieron jugando. Boca regresó al césped con el resultado puesto y sabiéndose eliminado del torneo. Pero, ¿qué hubiera pasado si Bayern daba vuelta su encuentro? Los argentinos podrían haber continuado su partido sabiendo... la cantidad exacta de goles que debían hacer para clasificarse. Una certeza que hubiera vulnerado el concepto de igualdad deportiva de todos los equipos.
Si bien es cierto que la Copa del Mundo del año próximo tendrá 48 equipos y que se clasificarán hasta los terceros de los grupos, puede ocurrir un escenario similar al de Boca el martes. Las alertas por tormentas eléctricas, por ahora, no cambiaron los procedimientos. Ni en este torneo ni en la preparación para el 2026. Tampoco cambia el panorama la ola de calor que enfrenta Estados Unidos, ni las quejas de los futbolistas por las temperaturas en las canchas. El argentino Gianluca Prestianni -ex Vélez- sufrió un golpe de calor en pleno partido ante Bayern y debió ser asistido en pleno campo de juego.
A la hora de definir qué hacer con un partido juegan tanto los intereses de la FIFA -que tiene su propio protocolo climático-, los estados en los que se disputan los encuentros y los dueños de los estadios usados para esos espectáculos deportivos. En general, las decisiones se toman en forma consensuada teniendo en cuenta la información disponible y el director del partido se la comunica al árbitro, que es la máxima autoridad. Luego, se anuncia por los altoparlantes para que los asistentes al estadio estén alertas y se guarezcan en caso de una tormenta eléctrica. (lanacion.com.ar)
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